Sunday, May 14, 2006

El pais de no pasa nada

El tema de la corrupción en la pelicula La Ley de Herodes y la novela El Vuelo de la Reina

Hablar de corrupción es hablar del orden social. Es decir que más allá de la dimensión voluntarista y deliberada del acto, la corrupción no se limita al ámbito de lo ético-individual. Sino que es una acción social que tiene causas y efectos de alcance social. Entre las más amplias consecuencias de la corrupción institucionalizada está el freno para el desarrollo social, la creación de valores –o antivalores- en el modo de perpetración de la clase política al servicio de sus intereses, y la pérdida de la confianza dentro de la sociedad, de sus expectativas, de su futuro y de su propia visión dentro del mundo.
En general existe un acuerdo sobre la importancia que reviste el tema de la corrupción en las sociedades actuales, no así en torno a sus causas o el modo de combatirla. Sin embargo, lo que sí queda claro es la profunda instalación de éste fenómeno en las estructuras socio-políticas, particularmente en América Latina, en donde su presencia se hace crudamente visible y concreta.
A partir de ahí, la literatura y otras formas del arte como el cine, se han interesado en mostrar los diversos rostros de la corrupción y sus repercusiones sociales, políticas y culturales en la actualidad. Han reflejado la subjetividad de las sociedades y como éstas llegan a crear formas de coexistencia con la corrupción y sin embargo nunca parecen perder su asombro ante nuevos acontecimientos. Y es así, en esta doble dimensión plagada de fuertes contradicciones, que se vive en la sociedad latinoamericana.
En la mayoría de los casos, la literatura y el cine han escogido como blanco a la política y han optado por poner el dedo sobre la llaga. El entorno social es siempre uno en crisis, (ya sea política, económica o de valores), y los personajes son la clase política sin escrúpulos cuya única bandera es la de los privilegios personales a través del poder. Pero también la participación de otras instituciones sociales y la complicidad de los propios ciudadanos.
Una característica común en la sociedad Latinoamericana en el tema de la política y la corrupción, es que no existe una noción arraigada de la separación de la esfera pública y privada. Se trastocan el interés particular con el general, las finanzas públicas con las privadas y lo formal con la informalidad. Y esto puede verse en casi todos los espacios sociales y va desde la utilización de vehículos estatales para “salir de vacaciones familiares” hasta el uso del erario público para hacer viajes, compras y otras actividades.
En la película La Ley de Herodes (México, 1995) la imagen de Vargas y su esposa lanzando al aire el dinero de la municipalidad que acaba de reunir (por cierto a punta de pistola y de “leyes”), mientras sueñan que son ricos, es ilustrativa de lo anterior. Mismo dinero del erario municipal que utiliza para organizar una “elegante cena” con las personalidades mas importantes de la localidad, así como para ir al burdel y ‘’tomarse sus tragos.”
El recién nombrado funcionario estatal (Vargas) simboliza de este modo, la actitud de la casta política latinoamericana que no solamente se apodera de bienes públicos a través de actos fraudulentos, ilegales e inmorales, sino que además los hace evidente de modo escandaloso, con un estilo burdo y derrochador y sin el menor asomo de cautela. Esta “característica” de las clases en el poder, funciona así desde México hasta la Patagonia. Y por tanto lo vemos también reflejado en la novela de Eloy Martínez, El vuelo de la Reina, en donde Juan Manuel Facundo, hijo del Presidente de Argentina, después de haber depositado el dinero proveniente de la transacción fraudulenta de contrabando de armas, celebra una gran orgía gastándose muchísimo dinero en una sola noche. Acción que después se vuelve en su contra, en la investigación emprendida por el Director del Diario de Buenos Aires, el agudo y soberbio Camargo.
La corrupción descrita en esta novela (Argentina, 2002) es particularmente sensible al mostrar la estrecha relación entre la política y los medios de comunicación. En una sociedad enferma hasta los huesos (como dice el autor), el Director de un importante diario de Buenos Aires toma la decisión de ir hasta el fondo con una investigación política de gran magnitud sobre contrabando de armas. Las pruebas de este incansable periodista le conducen a personajes de la alta esfera política hasta llegar a la mismísima silla del águila –como diría Carlos Fuentes-, es decir al Presidente.
Este hecho está inspirado en la época del gobierno de Carlos Menem, cuando el gobierno argentino efectivamente envía armas a Croacia entre 1991 y 1995, violando disposiciones internacionales de vender armamentos a esa y otras naciones involucradas en el conflicto de la antigua Yugoslavia. Lo mismo con Ecuador en el ano 1997, cuando éste libraba una guerra con Perú a causa de un conflicto limítrofe, en el cual Argentina era supuestamente garante de la paz.
Durante la época menemista, los medios de comunicación ejercieron investigaciones y críticas encarnizadas al gobierno a pesar de las presiones políticas y la Novela de Eloy Martínez (periodista investigativo, él mismo) refleja justamente las dificultades de desentrañar públicamente acciones corruptas organizadas y manejadas desde las más altas esferas del poder. Por otro lado la novela muestra la maraña de relaciones que generalmente se aglutinan en torno a la corrupción y que se personifican en varios ministros, funcionarios administrativos, asesores e inclusive algunos medios de comunicación cooptados.
En tiempos de democracia, hasta la corrupción tiene libertad de acción particularmente en sociedades y estados débiles. De ahí que la función pública y social otorgada a los medios de comunicación como vigilantes del actuar político, adquiere mayor relevancia en sociedades con frágiles instituciones y poca regulación. Tanto así, que los medios de comunicación pueden incluso llegar a sustituir virtualmente a las propias instituciones encargadas de investigar las prácticas de corrupción como la Fiscalía y Procuraduría de la Nación.
El cuarto poder (como se le denomina a los medios de comunicación) tiene por tanto una función crítica para las sociedades latinoamericanas y de ellos depende la denuncia de prácticas políticas y sociales corruptas y hasta su sanción. Pero hay que reconocer que no todos los episodios de corrupción política tienen un impacto en la opinión pública. Y por tanto depende de la persistencia investigativa de los medios, atraer la atención pública hasta generar un verdadero escándalo. En cada una de estas etapas, la función de los medios de comunicación es crucial para llevar el conocimiento sobre lo que ocurre y el juicio que se formula acerca de ello nace de la atención que le dedican las noticias.
El nivel de aceptación que tiene la corrupción entre los mismos miembros de la casta política, como una practica más o menos regular, se refleja en los diálogos de los personajes envueltos. La corrupción no es por tanto sancionable en si misma al ser colectiva y por tanto la impunidad es su hermana favorita. Cuando Camargo contradice al Presidente y le dice que un juez ha declarado culpable al ministro que acaba de ser encontrado muerto, éste ultimo le replica: Un juez, un juez! ¿Que significa ya eso?
También es común en los diálogos entre Camargo y Enzo: ¡”Quien sabe cuantos hacen lo mismo y ninguno va en cana”! le responde el secretario servicial del Presidente al Director del diario. Por lo tanto, apelar a la honestidad es una pérdida de tiempo, pues no es que otros no sean corruptos, sino que algunos se logran zafar mejor de la justicia.
En el caso de la ácida película mexicana La Ley de Herodes (1999), la corrupción que vemos pude calificarse de troglodita y “primitiva”, tan rampante y visible en prácticamente todas las esferas (incluyendo la religiosa), que se vuelve hasta irrisoria. El efecto que produce en los espectadores es una mezcla de espanto y frustración sobretodo para quienes están más acostumbrados a las “nuevas” formas de corrupción, digamos, más “modernas” y complejas que dificultan su visibilización y por tanto su sanción penal o política. Así como para los que aseguran que la corrupción es exclusiva del ámbito político y que las instituciones sociales son un reflejo pasivo de ésta.
En este sentido, hay un punto interesante en cuanto a la corrupción común en América Latina. Generalmente la corrupción está siempre más asociada a la política y al Estado que a la sociedad como receptora de prácticas corruptas. El ciudadano promedio mantiene que todos los políticos son corruptos, olvidando que los que llegan al poder han sido formados dentro de la misma matriz cultural, política y social. Y que los primeros contactos directos con la corrupción alcanzan también otros ámbitos de la vida social donde se pueden aplicar normas de conductas, es decir, en todos.
Por un lado mientras se evaden multas de tráfico y pago de impuestos y se promueven prácticas “familiares” de inserción laboral, se critica la corrupción de los funcionarios políticos, el uso de bienes públicos y el favoritismo político. Lo último que es sin duda crítica legítima no tiene sin embargo sustento en las propias formas de relaciones cotidianas tejidas fuera del ámbito político. Así, la relativización y coexistencia con la corrupción en distintos niveles constituye un modo de vida regular en los países de América Latina.
En la Ley de Herodes el tono universal –aplicable a las sociedades de AL- en la crítica al burocratismo, la corrupción y funcionamiento de las instituciones al servicio de unos pocos es clara y ampliamente reconocida como regla mas que como excepción. Pero lo verdaderamente interesante de la película, es que su critica no se conforma con caricaturizar a las instituciones políticas, sino que además pone en relieve las características de una cultura política subyacente en el imaginario social y colectivo en términos de creencias, valores, predisposiciones y actitudes de los individuos y que cruza a todas las instituciones sociales incluyendo la religión. Y que también se extiende en América Latina, a los medios de comunicación, empresas y hasta centros de enseñanza.
Por tanto la corrupción vista desde diferentes perspectivas tanto psicosociales como sociopolíticas y económicas, se ve reforzada por sistemas de valores –o antivalores- imperantes que hacen de su práctica un medio rápido para alcanzar objetivos que de otro modo pueden ser difíciles y hasta imposibles de conseguir. Por ejemplo, el ascenso social y económico, la apertura de oportunidades, el mantenimiento del poder y el mantenimiento del control sobre los demás.
Por eso, hay que evitar caer en la simplificación al momento de llegar a conclusiones sobre lo que ocurre en América Latina. Y no hay que menospreciar el carácter colectivo de la corrupción, ni las condiciones para que florezca. En la corrupción, como en el tango, se requieren de dos partes para bailarla: por un lado el que la ofrece y por el otro el que la recibe. Y para que esta condición se mantenga en el tiempo y en la impunidad relativa, tienen que existir otros factores como la permisividad y la incertidumbre social, el materialismo, y el tipo de sistema tanto político como económico imperante que también hace su parte en la creación, fortalecimiento -o no- de valores comunes e inclusive en el florecimiento de otro tipo de valores.
Por supuesto, esto no significa que la percepción colectiva que se tiene sobre los actos de corrupción política sea exagerada o errónea, al contrario, diría que muchas veces es hasta corta si tomamos en cuenta aquellas prácticas corruptas que nunca lograran ventilarse en su totalidad y magnitud. Así como en la medición exacta de sus consecuencias sociales y económicas. Pero a menos que el grado de corrupción haya alcanzado niveles sistémicos, la corrupción política reflejada en el liderazgo, administración, burocracia y normas, es la primera en ser identificada y reconocida. Con el riesgo de simplificar un análisis más amplio del fenómeno de la corrupción social, que permita acceder a un mejor apuntalamiento en el análisis de la corrupción política.
Si bien el propio concepto de corrupción -más o menos aceptado por la mayoría- tiene que ver con el uso de la posición y el poder públicos por medio de mecanismos ilegítimos e ilegales para obtener beneficios personales, la corrupción no puede considerarse como exclusiva de lo político. Hay que reconocer sin embargo, que tanto la película analizada, como el libro de El Vuelo de la Reina, ponen el énfasis en la corrupción del sistema político y por tanto sus repercusiones en la sociedad. Esto lo desarrollare a continuación.
Regresando a la película analizada, en San Pedro de los Saguaros (La Ley de Herodes), pueblito pobre y abandonado en México, la corrupción social es avasalladora. El municipio, que funge como microcosmos representativo de la sociedad mexicana durante el mandato del PRI (caricaturizado, claro está y sin dejar de criticar al sistema de partidos políticos en su conjunto), no tiene en toda su estructura social un área libre de la corrupción. Las autoridades y enviados políticos han establecido prácticas de corrupción con los ciudadanos locales reforzando una cultura de asimilación, mantenimiento y reproducción de las mismas. Por tanto, la interacción social termina tejiéndose y basándose justamente en ese modo de orden social.
Las relaciones con los demás miembros, desde los emisarios del estado -que por cierto no tienen legitimidad en la comunidad-, hasta los “lideres espirituales”, negocios, hijos, criados, esposas, etc, se rigen por relaciones de intereses, pago de coimas y “ajustes de cuentas”. Nadie parece poder sobrevivir fuera del entramado sujeto a las relaciones corruptas. Y esto se representa como un círculo vicioso que no se sabe donde empieza y donde termina, y que es finalmente la percepción generalizada de las sociedades que la padecen. Determinar quien es el primer responsable, y quienes son los responsables pasivos se convierte en un juego sin salida cuando la sociedad adquiere niveles colectivos de corrupción. Y al final esto puede desembocar en la exculpabilidad de todos con la máxima de: si todos somos culpables nadie lo es por definición. O aquella popular que reza: quien esté libre de culpas, que lance la primera piedra. Así las cosas, los verdugos pueden ser victimas y las victimas pueden convertirse en verdugos. Al final la vencedora es la desconfianza generalizada, la pérdida de expectativas, la desilusión y hasta la pérdida de la identidad colectiva. El tango nacional se vuelve entonces, una música de lamentos y de sentimientos trágicos y derrotados.
Esto ultimo guarda relación con lo que podríamos llamar condiciones favorables (y hasta alentadoras) para la corrupción y tiene que ver con el régimen político. Una democracia formal que coexiste con la democracia real que es la que viven los ciudadanos reales, y por tanto la que se impone. En la cual no solamente reina la impunidad como práctica socialmente aceptada (con aquella máxima de “todo el mundo lo hace” y “así nos entendemos”, como le dice la dueña del prostíbulo a Vargas en La Ley de Herodes), sino que además se premian los actos de corrupción por considerarse llenos de “viveza”, ingenio y creatividad. Así se lo hace saber el jefe de Vargas cuando llega al pueblo y se entera de las prácticas que lleva el jefe de distrito municipal (Varguitas) para llenar las arcas del municipio por medios fraudulentos. Su asombro ante el dinero acumulado, le hacen soltar una carcajada de aprobación y hasta asombro por la “capacidad” creativa del subordinado. La máxima de la película, es quizás la máxima de la corrupción: En el país de sálvese quien pueda, la única certeza es la Ley de Herodes: o te chingas o te jodes.
Es interesante notar el énfasis que hace la película en el sistema político que alienta la corrupción. En el personaje de Vargas encontramos inicialmente un asomo de iniciativa por realizar lo que le es encargado por el Partido según discurso oficial y retórico: llevar la justicia social y la modernidad, pero al darse cuenta de cómo funcionan las cosas y sin condiciones presupuestarias de llevar a cabo lo encomendado, acaba aceptando las reglas del juego institucional. Una pistola y la Constitución, son sus instrumentos mas efectivos para acabar convirtiéndose en un funcionario corrupto ejerciendo la violencia y el poder de administrar la “ley”. Por tanto el Estado es representado como una herramienta de unos pocos para poner a su servicio a la gran mayoría. La Pistola simboliza la coacción para intimidar a la población y la Constitución es usada como caja chica para guardar el dinero recaudado por medios fraudulentos como la interpretación de la ley al antojo de quien la porta. Es el símbolo del uso corrupto que se hace de ella, cambiando al antojo de quien se proclama su defensor.
Uno de los efectos empíricos más visibles de la corrupción, es justamente la creación de redes infinitas que hacen posible las operaciones a todos los niveles, así como el grado de inter-dependencia que origina entre los personajes involucrados. Por ejemplo en le película vemos como a Vargas le preceden una serie de jefes (su jefe tiene otro jefe que tiene otro jefe…) y si a uno le va mal, a los demás también les salpica. De igual forma, la red de la corrupción tanto en el pueblo mexicano, como en la urbe argentina, aglutina a un número potencial de individuos cada uno jugando una función dentro de la escalera de la corrupción. Y es tan corrupto tanto el ayudante de Vargas que observa los desmanes de su jefe y le ayuda en algunas tareas, como el ministro de armas de Argentina que autoriza con su firma la salida de armas, por ejemplo. O el asesor fiel que le cubre las espaldas y le defiende públicamente mientras se da a la tarea de distraer la atención con estrategias y maniobras políticas.
Por eso, la labor de quitarle la máscara a los corruptos y sancionarlos adquiere matices complejos, tal y como se lo hace saber Enzo Maestro a Camargo durante el funeral del ex ministro Valenti. Camargo le dice que lo de Valenti (el supuesto suicidio) es apenas el principio, a lo que Enzo responde: “Acá no hay principio ni fin. En este país siempre parece que está por pasar algo terrible, y no pasa nada. Todo va a seguir igual, vas a ver” (Pág. 35). Apuntalar la corrupción seria algo así como intentar tapar una herida, mientras la pus sale por otro lado.
Para muchos la corrupción es una manera de aceitar el sistema para que este éste no colapse, con ella se pueden hacer pasar leyes y lograr una cierta estabilidad política necesaria para llevar a cabo reformas económicas o sociales. Por otro lado, algunos dicen que el énfasis puesto en la corrupción puede ser hasta negativo, si se utiliza como bandera política mientras se distrae la atención publica de las verdaderas causas que la promueven o de los problemas más profundos. Y a la vez permite que lideres de dudosas capacidades lleguen al poder por la fuerza del discurso anti-corrupción o corrupción cero.
En fin, el tema de la corrupción es amplio y lleno de matices. Lo relevante del cine y la literatura es que saben retratar con destreza y dominio, los episodios más inverosímiles y las contradicciones más oscuras en el seno de las sociedades contemporáneas. Y sobretodo, el impacto que tiene en las colectividades más vulnerables y afectadas. Retratan por un lado el poder corrupto y los privilegios de una minoría y por el otro, los estragos y traumas sociales que causa la reproducción y mantenimiento de una cultura basada en este tipo de prácticas, así como la capacidad degenerativa y aglutinadora del fenómeno de la corrupción. Ambas, la novela y la película llevan la trama con impecable estilo ácido y critico, tocando el tema de la corrupción y de la impunidad con las dos manos y sin asco. En ese sentido solo resta por decir, que el ultimo trago amargo lo toma el lector-espectador-ciudadano-de-América Latina.



Viaje a Grecia


Entrega por partes

Una oferta de viajes Álamo y la eterna curiosidad que Grecia despierta como lugar histórico, mitológico y literario nos llevó felizmente hasta ese país. Yo había descubierto la oferta unas semanas atrás y al comentárselo a Carmen, mi amiga boliviana, recibí un muy suyo “está perfecto, nos vamos”. Con este banderazo oficial de salida partimos el jueves 17 de Marzo primero a Madrid y después a Grecia.

Llegando a El Venizelos

El avión mal presurizado me avisó a través del acostumbrado dolor de oídos, que estábamos a tan solo 30 minutos del aeropuerto griego Eleftherio Venizelos. Como ocurre con todos los aeropuertos internacionales, el nombre corresponde a un personaje prominente de la historia nacional, en este caso Venizelos, quien fue un reconocido político de origen cretense que llegó a ser primer ministro.

Antes de llegar a suelos griegos, estuvimos conversando en el avión con una señora particularmente amable que había vivido 8 años en Grecia y que tras 20 años de ausencia, ahora regresaba desde Miami para conocer el estado de su vivienda. Una vez aterrizados y con equipaje en mano, nos explicó que ella tomaría el bus hasta plaza Sintagma y que si queríamos podíamos irnos juntos, así nos explicaría algunas cosas de la ciudad durante el trayecto. Nos pareció perfecto y bien acompañados por una “baqueana”, salimos de la zona del aeropuerto y comenzamos la entrada triunfal por Atenas.

Para nuestra agradable sorpresa, esta mujer de rasgo fino y elegante, croata de origen según me diría después, resultó ser un oasis de conocimiento en cuanto a lenguas (hablaba ocho) y etimologías. Pero entre todas las lenguas que dominaba, el griego que lo hablaba a la perfección, no era para ella solo un idioma más como nos dijo en una ocasión, sino un libro de historia del mundo y la palabra. Su natural y evidente gusto por la etimología era tal, que mientras hablaba le era imposible dejar de mencionarnos en medio de su relato, el significado de ciertas palabras. Por ejemplo, si alguien mencionaba la palabra cosmopolita (quizás hablando de Grecia) inmediatamente nos recordaba que esa era otra palabra de origen griego, cosmo de Kosmo que significa mundo, polite que significa ciudadano (polis= ciudad), es decir, ciudadanos del mundo. Lo mismo con anónimo, del griego Onyma=Onoma que es nombre y el an que es el privativo, por tanto significa sin nombre.

Leer Zorba el Griego me confirmó eso que la amable señora croata (de corazón y alma griega) quiso explicarnos de un modo muy particular (a través de la palabra) el primer día. Somos más griegos de lo que pensamos. Hasta el día de hoy vemos el mundo a través de los griegos, usamos las palabras que ellos usaron para nombrar las cosas y seguimos buscándolos como referencia no de un pasado, sino del presente para explicarnos quienes somos y porque pensamos del modo en que lo hacemos. Es curioso, todo lo que sabemos de esa Grecia antigua lo aprendimos de los libros, pero incluso aquellos que nunca han leído un renglón sobre los clásicos griegos viven en “estados-naciones” y hablan sobre “democracia”. La fascinación por la historia, la mitología y la filosofía griega es universal porque el mundo al que se refieren, es el mundo de la admiración y la curiosidad. Muchas de las palabras que usamos, sin saber su origen, nos remiten a una visión del mundo específica.

El trayecto hasta plaza Sintagma se hizo corto hablando de estas y otras historias. Despues de dar algunas vueltas por el centro, finalmente llegamos al Hotel Candia, dejamos las maletas y nos fuimos a Plaka. La idea era caminar por las callecitas y cenar algo. Sin embargo, donde realmente llegamos fue a Monastirakis, el otro barrio situado en las faldas de la Acrópolis. Recorriendo sus angostas y a menudo atestadas callejuelas, llegamos hasta unas ruinas que resultaron ser de la biblioteca de Adriano. Nos extrañó que estuvieran en medio de tantas tiendas y mercancía como una mas, aunque eso si, bien protegidas las ruinas por un gran cerco de metal. Ahí nos sentamos un rato para intercambiar impresiones teniendo como telón de fondo la linda Acrópolis iluminada. Después de un rato y con el estómago cantando, nos dirijimos a la parte de los restaurantes y entramos a uno de aspecto casero y sencillo. Es poco si digo que comimos como condenados a muerte. Entre quesos, berenjenas rellenas, cordero, ensaladas y vino, nos enamoramos de la noche.
Algunas reflexiones:

El griego es un idioma que se habla con ánimo, como el italiano. Dos griegos que entusiasmadamente intercambian palabras pueden parecerle al oído y ojo extranjero, estar frente a una acalorada discusión. Pero no nos equivoquemos, los griegos son en general tranquilos y como nos dijo la señora croata “no son malos los griegos y este es un país muy seguro.”

Algo que me llama la atención es la calidez de la gente, inclusive fuera de los rincones eminentemente turísticos. Aunque el domingo puede ser el día de descanso hasta de la “amabilidad” como dijo Carmen mientras nos dirigíamos a Piraus para tomar el barco hasta Aegina.

Día 1

Antes de salir al frío matutino de una Atenas en Marzo, procedimos a tomar el desayuno ofrecido por el restaurante del Hotel, bastante abundante por cierto. Unas 8 mesas desayunaban con nosotros y todos eran jóvenes italianos y usamericanos que hacían un “school trip” por Europa. Y esos días habían llegado, ni más ni menos que a las ruinas de Atenas. Que lujo, me dije.

El desayuno consistía en una variedad de posibilidades empezando por chorizos rojos, huevos, croissants, pan dulce hasta cereal de varios tipos, jamones, quesos, jugos, té, chocolate caliente y café. Ahhhh y el famoso yogurt griego de color blanco inmaculado y textura a “la leche agria”. El sabor, también amargo y simple como la leche agria, se mezcla según el gusto particulier con mermelada o cereales.

Después de semejante desayuno “a la griega” (exceptuando el croissant) nos lanzamos a iniciar el itinerario del día. El plan era llegar hasta la calle Apostolou Pavlou, frente al monte Pnyx, para cruzar la carretera que desemboca en la gran Acrópolis. En el mapa de Atenas, tomado del Hotel, marcamos la ruta. Jorge, el novio de mi amiga boliviana, sería la brújula y encargado del mapa mientras yo haría las de guía improvisada con ayuda de mi dudosa Guiarama comprada días atrás en Salamanca. Y digo dudosa porque a falta de euros, entre Michelin y Guiarama había vencido esta última, sin percatarme en ese momento que dicha guía era del 2000. Fue hasta la segunda noche, mientras buscábamos una taverna en el barrio de Plaka, que me percaté del pequeño detalle al descubrir que el lugar que buscábamos ya no existía. Pero bueno, hay que reconocer que Guiarama “la guía que te acompaña” resultó de bastante utilidad en general.

En nuestro recorrido por la mañana pasamos frente a la estación de ferrocarril local y con decidido espíritu elegimos las calles más griegas y menos turísticas que pudimos. Así pasamos frente a un mercadito que apenas despertaba y varias iglesias ortodoxas de sencilla y pequeñas dimensiones. En general las iglesias que visitamos eran muy parecidas: decoradas con lindos candelabros y obras bizantinas así como frescos, están coronadas por una única cúpula de piedra que tiene en las paredes internas sencillos huecos por donde se filtra la luz. Algo muy curioso fue descubrir que muchas de las iglesias son tan pequeñas, que sirven como iglesias de paso para el caminante devoto en ruta a su destino. Pero lo más extraño que vimos en materia de iglesias, fue una con capacidad para quizás dos o tres personas extrañamente situada en la entrada de un edificio, bajo el techo de ese edificio y no más grande que un microbús de los que se vendían en ese mismo edificio. Por lo tanto del otro lado de la calle veías una iglesia diminuta debajo del alto techo de un edificio de ventas de auto.

Algo que nos había advertido Guiarama sin equivocarse, era que Atenas como ciudad extendida y habitada por más de 4 millones de personas, vivía un tráfico intenso y ruidoso. Cosa que era no solamente fácil de verificar, sino que además era imposible de dejar de vivir. Dos semáforos y un intento de cruzar la calle son más que suficientes para comprobar que si hay algo que tiene poco de mito y mucho de palpable realidad en Atenas, es lo difícil y peligroso que es ser peatón. Los griegos, y aquí puedo recurrir sin asco a una horrible generalización, no son dados al respeto de los signos o leyes de tránsito, así que como peatón hay que estar “ojo al cristo”. No es casualidad que en las carreteras de las afueras de Atenas encontremos pequeños altares en forma de iglesias. Ojo, éstos no son para rezar. Significa que en ese lugar murió alguien por accidente de tránsito. Y hay muchos altares.

Aproximándonos cada vez más a Apostolou Pavlou, comenzamos a toparnos con lindas terrazas de cafés y restaurantes simpáticos aunque vacíos, que seguramente en verano nos parecerían irreconocibles de tanto turista hambriento y acalorado saturándolos. Ya desde esas terrazas se puede apreciar el Partenón en la Acrópolis, blanco a simple vista e imponente. Mientras seguíamos sobre la avenida teniendo a la Acrópolis del lado del corazón y las revoluciones, llegamos a una colina verde que nos llamó la atención. Una placa en piedra anunciaba que estábamos en el monte Pnyx y como no sabíamos muy bien de que se trataba, abrí mi súper guía (Guiarama la que siempre te acompaña) y descubrí que este -algo abandonado- lugar fue en los tiempos dorados de Pericles, el lugar donde se reunía la Asamblea. La guía avisaba de lo hermoso que era este lugar y de lo poco visitado por los turistas debido al corto tiempo con que habitualmente cuentan y que solo usan para visitar la Acrópolis y chau Atenas, que linda es Grecia. Así que nosotros, que para nada éramos ese tipo de turistas, decidimos subir orgullosamente las angostas escaleras de piedra que teníamos enfrente. Mientras subíamos, una hilera de ciempiés subían con nosotros en fila-india sin despegarse unos de otros, lo que formaba visualmente –y también físicamente- una interminable cadena de ciempiés subiendo el monte Pnyx. A los lados se apreciaban lindas vistas de los alrededores con todo y el cielo nublado de ese día. Luego, a medida que avanzábamos cuesta arriba aparecía ante nosotros una planicie con hermosa vista de la Acrópolis y Atenas, y más “al fondo a la derecha” el anfiteatro con capacidad para 18mil personas. Hoy por hoy ese “anfiteatro” del que no queda casi nada, es utilizado en verano para la presentación de espectáculos de luz y sonido que narran la historia de Grecia.

El descenso del monte lo hicimos por uno de sus costados, lo que nos permitió descubrir una pequeña capilla rústica y antigua muy linda. Bajamos finalmente hasta llegar a una carretera llena de autobuses turísticos que nos indicaron que estábamos en la entrada de la Gran Acrópolis. Así que nos dirigimos hacia las escaleras y mientras subíamos pudimos apreciar las hermosas vistas y el monte Pnyx donde acabamos de estar. Lo primero que se ve a la entrada de la Acrópolis mientras subís –además de muchos turistas- son los baños, lo cual es una bendición si necesitas entrar a uno como yo en ese momento. La segunda buena noticia es que la entrada es gratis para los estudiantes, así que como buena noticia imprevista nos zafamos 12 euros lo cual hizo que disfrutáramos doblemente el recorrido. No obstante, debo confesar que después de haber recorrido la maravillosa Acrópolis y haber admirado su historia in situ, me dio una especie de inútil remordimiento de conciencia, y una voz interior ronca y gruesa me cuestionaba como era posible que la historia de la filosofía y la humanidad occidental valieran tan solo 12 euros (¡d-o-c-e e-u-r-o-s ¡ y como si se tratara del título de una canción de amor, me dije¿ Pero que son doce euros?). Peor aún en nuestro caso, Cero euros, Nada, Niente! Que horror.

A un costado lateral de la Acrópolis está el teatro Odeón de Herodes Atticus, hermoso y en buen estado de conservación. De estilo romano y mandado a hacer por un romano, el teatro aún funciona durante el verano –y únicamente en esa fecha- para albergar eventos musicales o teatrales. Lo más bonito del anfiteatro es que el escenario está resguardado por un muro romano, que mas parece un acueducto romano (y que seguramente lo es ahora que lo pienso), que hace la función de pared y a través del cual se observa la ciudad. La entrada de la Acrópolis se realiza por una puerta enorme llamada Propileos. A un lado está el Templo de Atenea Niké y en el centro el Partenón.

El Partenón es realmente impresionante y sobrio, y la fachada más completa es la de la derecha. Por lo visto tiene varios anos de estar en reconstrucción y mantenimiento por lo que inevitablemente vemos las estructuras metálicas enrolladas como serpientes a los enormes pilares y los andamios con restos de metales. Estar en la parte neurálgica de la Acrópolis nos obliga necesariamente a imaginarnos la vida en los tiempos de El museo de la Acrópolis se encuentra en la parte de atrás muy cerca de la zona de la bandera. La zona de la bandera es un lindo mirador desde el cual ondea una bandera griega. Desde ahí se puede apreciar Atenas y la famosa Colina Licabetos (Lykavittós), la más alta de la ciudad.

Después de admirar las ruinas y alternando con la maravillosa vista de la Acrópolis, desde donde inclusive podemos ver el mar si hay cielo despejado, nos sentamos en una banca para admirar el que definitivamente es mi templo favorito. Me refiero a la terraza sur del Templo Erecteion donde reposan –o más bien sudan sosteniendo el pórtico- las cariátides. Las cariátides son estatuas de mujeres jóvenes vestidas con túnicas que sostienen el templo. Por tanto hacen la función de columnas y a la vez son de gran belleza estética. Aquí le pedí a Jorge que me sacara una foto, que es en mi opinión, la más linda de todo el viaje.

La Acrópolis, que significa ciudad alta, fue reconstruida en su mayoría en los tiempos de Pericles, durante la edad dorada (460-430 ac). De hecho al ver los interiores (desde afuera claro) de los templos nos damos cuenta que estos fueron efectivamente quedamos. Aquí se desarrolló la vida ateniense y además fue una ciudadela. Por estar en una colina, la Acrópolis servía de refugio a los ciudadanos durante las guerras pues ese era el lugar mas seguro.

Salimos de la Acrópolis y nos dirigimos al Ágora que fue el centro de la vida ateniense, junto con la Acrópolis, durante siglos. Según nuestra guía, en sus tiempos el Ágora albergó los primeros mercados, la prisión, teatros y escuelas. Como todo en Grecia, asistir a los restos arqueológicos más importantes y admirarlos en su significado requiere de imaginación y pasión por el arte y la historia. Algunos de las construcciones se mantienen en buen estado, pero en general hace falta un ojo que sea capaz de ver más allá de las piedras. El templo de Hefestios, en una colina, es el mejor templo conservado de toda Atenas. Se puede admirar desde la Acrópolis pero estar frente a él es otra historia. Después de caminar alrededor del Templo decidimos sentarnos en una de los tantos rincones de este enorme Ágora para digerir un poco lo que acabábamos de ver. Desafortunadamente sonaron las alarmas que anunciaban el cierre del recinto y no pudimos seguir disfrutando de este verde y cálido lugar. En este sentido, es importante mencionar que los horarios de visita a los lugares más importantes incluyendo los museos de la ciudad es de 8am a 2pm (el horario de verano parece que es más extendido). Lo cual obviamente obliga a acelerar la visita y no es suficiente. Por esa razón no pudimos entrar a ver la célebre iglesia de los Santos Apóstoles ni tampoco el museo de los yacimientos del Ágora.

Al salir del Ágora nos dirigimos al Pireaus, el puerto de Atenas de donde salen los barcos hacia las islas del mar Egeo. La idea era comprar los boletos para las islas y dar una vuelta por el puerto. Conocimos el estadio Olímpico y llegamos hasta una playita. Luego nos regresamos a Monastirakis y caminamos hasta el moderno y caro barrio de Kolonakis que se encuentra a los pies de la Colina Licabetos. El objetivo de todo el recorrido era subir en funicular hasta la cima para admirar Atenas pero sobretodo la Acrópolis iluminada. La cuesta hasta el funicular nos resultó cansado sobretodo después de un largo día de caminata. Sin embargo, cuando finalmente tomamos el funicular hasta la cima, la recompensa fue grande. En la parte alta hay un restaurante cuyo nombre no recuerdo, pero con una vista magnífica. Nosotros nos dirigimos directamente a la terraza para admirar la ciudad de Atenas y todos sus símbolos más famosos. Me pareció de lo más romántico estar ahí, con la ciudad iluminada y la Acrópolis. Vale la pena tomarse algo en el restaurante y admirar el paisaje. Es curioso pero inclusive ahí arriba hay una pequeña iglesia bizantina de color blanco, que en ese momento estaba cerrada (eran como las 10pm), pero que según nos informaron, funciona.

Viejo Debate


Acerca de la Nueva Agenda Latinoamericana

Las políticas económicas para América Latina han estado enmarcadas en la teoría del trickle-down o goteo económico, es decir que el libre mercado traerá crecimiento que producirá riqueza y ésta a su vez permeará a los sectores de la sociedad, de arriba hacia abajo, beneficiando a todos. Pues bien, el laboratorio que ha sido esta región para las políticas neoliberales implementadas a finales de los 80, ha mostrado ya por varios anos consecutivos, que esto no es necesariamente así. Y la lección que deja esta evidencia empírica es que el diseño de políticas económicas debe fijarse no solo en los desajustes macroeconómicos y tasas de crecimiento, sino en la distribución de la renta y lucha contra la pobreza, dos elementos necesarios para alcanzar el desarrollo sostenible de esas naciones. Sobretodo si tomamos en cuenta que América Latina es la región más desigual en el mundo.
La constatación generalizada de que las reformas no lograron reducir la pobreza (y en muchos casos esta experimentó un ascenso), obligó a las instituciones multilaterales promotoras a reconocer que el resultado de las reformas en AL no había sido “lo esperado”. De ahí que los ideólogos del Consenso de W. como Williamson, plantean ahora una Nueva Agenda Latinoamericana que de algún modo continúe con el modelo de las reformas, pero esta vez tomando en cuenta la participación del país. De igual modo, los principales críticos al modelo de reformas como Stiglitz que tambien proponen una nueva agenda pero partiendo de distintas premisas.
El caso de Williamson es particularmente notorio al haber sido el estratega de este acuerdo para la implementación de políticas estrictamente neoliberales[1]. En sus análisis post-consenso, el economista reconoce que “las reformas del Consenso de Washington no trajeron los resultados esperados en la región a pesar de que los primeros tres anos de la década de los 90 los países lograron que sus economías experimentaran crecimiento y reducir la pobreza”[2].
Esto se debe, según el autor a varios factores y no necesariamente al diseño de las reformas. Para ello, se apoya en el “exitoso” caso de Chile frente a los “errores” cometidos por Argentina como caso opuesto[3]. Entre las razones que el autor da para explicar el fracaso de los países latinoamericanos están:

- La recesión de la economía mundial:
- La caída de los precios de los productos primarios que llega a niveles imprecedentes
- Y la incapacidad de los mercados locales frente a las nuevas inversiones

Es decir, según Williamson no es el diseño de las reformas sino las condiciones imprevisibles del entorno, las incapacidades nacionales y estatales, la situación internacional movida por el mercado, y la corrupción en los países lo que distorsionó el resultado de las reformas. Y por tanto el autor resume las críticas a su agenda dando las mismas soluciones: continuar con las reformas, tener una política fiscal fuerte y flexibilizar -aún más- el mercado laboral. Lo nuevo en su propuesta es quizás únicamente, la inclusión de un apartado sobre distribución de riquezas, que el mismo reconoce “polémico” de explicar a Washington[4]. Lo que el autor no dice es que no es solo el caso particular de Argentina el que tendría que explicarse, como caso aislado debido a “sus errores cometidos” (institucionales, etc), sino también el de Bolivia[5], Ecuador, Perú, Nicaragua y Venezuela. Todos con altos índices de pobreza y crisis económicas experimentadas durante la década de 1990.
Para los críticos de las reformas, esta clara evolución económica y política en los países latinoamericanos, es más que suficiente para evidenciar que los fracasos no se deben a razones de orden interno como plantea Williamsom, sino al propio diseño de las reformas, generalizadas a todos los países. En este grupo se encuentra Stiglitz, quien enfatiza el hecho de que en la mayoría de los países, las reformas no solamente han tenido aspectos negativos de recesión, crisis e inestabilidad, sino que además han contribuido a aumentar las ya deficientes condiciones estructurales de la pobreza y desigualdad[6]. Es decir, que inclusive el crecimiento experimentado por algunas economías, fue a parar a un porcentaje pequeño de la población y los estados se hicieron aún más vulnerables. Tanto es así que a partir de 1997, la CEPAL ha decidido llamarle “la media década pérdida”[7].
Un punto medular de su cuestionamiento, (el mismo que hacen los críticos del Consenso), es que la sola idea de crear una agenda única aplicable a todos los países sin tomar en cuenta sus particularidades, procesos y realidades nacionales así como la nula participación local, ya era un signo sumamente negativo. Y por tanto el paquete de reformas llamadas de primera y segunda generación, vulnerabilizó aún más a los países frente a las crisis económicas aumentando el nivel de inseguridad.
Frente a la posición de Williamson, Stiglitz sostiene que no fue la crisis financiera mundial lo que impidió buenos resultados de la reforma, sino que fue ésta última la que lo generó con la abrupta liberalización de capitales. Por otro lado sostiene que la entrada de capital de corto plazo, en lugar de amortizar la volatilidad, contribuyó a producirla y esto acentuó más la crisis.
Finalmente el autor afirma que la corrupción no es suficiente para explicar los agravios puesto que fue la violenta y rápida desregulación y privatización, lo que generó espacios para prácticas de dudoso proceder al no contar estos países, frente a esta nueva situación, con sistemas de regulación y seguimiento. Y aquí es donde podemos preguntarnos, ¿Si era una realidad bien conocida la debilidad de los estados y deficiente institucionalidad en los países de la región, porque las reformas no comenzaron por ahí? Si apostaban por una estabilidad de los mercados y reglas de libre comercio, ¿porque no comenzar con la construcción de la “infraestructura” necesaria para poder desarrollarlo?. En realidad, la total desregulación de la economía y la reducción del estado, con la urgencia con la que se impuso, no permitía que se desarrollaran regulaciones para controlar las prácticas que de todos modos serían las que condicionarían los resultados de estas políticas, como efectivamente sucedió. Frente a esto Williamson alega que es por esa razón que se incluyen, en la segunda generación de reformas, los aspectos de fortalecimiento institucional. Quizás ya muy tarde. Y ya sabemos las consecuencias que esto trajo, como claramente lo reconoce, las privatizaciones no gozan de popularidad en la región.
Finalmente hay un punto muy interesante y que me parece muy válido en el análisis de Stiglitz. Y es el tema de la relación entre democracia y mercado, cuando dice: “Después de venderle democracia (…) le dicen que las decisiones fundamentales, relativas a la política macroeconómica (…) son demasiado importantes como para dejarlas libradas a los procesos políticos democráticos[8]
Esta reflexión es básica para el caso latinoamericano, pues entre la democracia y el mercado, la primera termina subordinándose claramente a la segunda. En el caso de Nicaragua, por ejemplo, las reformas iniciadas a inicios de los anos 90, con el gobierno de Chamorro y su débil coalición conocida como UNO (Unión Nacional Opositora), produjeron cambios violentos en cortos lapsos de tiempo que alteraron no solo la vida económica, sino fundamentalmente la socio-política. Los proyectos de democratización y de liberalización que se suponían iban de la mano, como dos caras de la misma moneda, no tuvieron en la práctica el mismo interés ni el mismo peso. El proyecto económico de las reformas, si vemos en el tiempo, fue el que se mantuvo intacto hasta completar todas las fases propuestas por las reformas. Aunque esto implicara ralentizar los esfuerzos de democratización al imponerse un consenso sin consenso con la población. Si bien es cierto se mantuvieron en el tiempo los gobiernos de oposición (al régimen sandinista) que impulsaron las reformas y se respetó el marco electoral, las políticas económicas dificultaron aún más la débil democracia recién instaurada y esto provocó pérdidas al proceso democrático en el sentido amplio del concepto[9].
Lo que ocurrió al final es que las reformas, tal y como fueron planteadas, fueron exitosas. Es decir que se logró reducir el déficit fiscal, se instalaron los equilibrios macroeconómicos y la lucha contra la inflación. Se privatizó la banca, empresas e instituciones nacionales y se abrió el mercado. Lo que pasa es que esto tuvo un costo altísimo para el país (y en general para todos los países que lo aplicaron) y las desigualdades sociales se acentuaron gravemente al tomar solo en cuenta como dice Stiglitz, el obsesionante énfasis en la inflación y dejar fuera los temas de desempleo y pobreza. Un fracaso socio-económico. Pero en general, si las reformas no tenían contemplado el tema del empleo y la distribución y se apoyaban en un discurso rígido para lograr equilibrios macroeconómicos a “cualquier costo”, ¿Qué otra cosa podría esperarse del Consenso? Si bien el plan ideado para los países estaba fundamentado en la idea de aprovechar las oportunidades del mercado y evitar los inconvenientes de la emergencia de nuevos mercados, no tomaron en cuenta el debilitamiento que esto generaba a los Estados en su manera de realizarlo.
Aunque algunos digan que ya es momento de dejar a un lado el famoso Consenso y seguir pensando en una nueva agenda, lo cierto es que el tema de las reformas da para mucho debate. Lo diferente ahora es que hay un "consenso sobre el consenso" El mismo BID en un documento elaborado para la conferencia de gobernadores en Brasil en 2002, integró un dato interesante: a la opinión negativa generalizada en AL sobre las privatizaciones y liberalización del mercado, se ha integrado la clase media e instruida[10]. Esto es importante para pensar en la Nueva Agenda ahora que el Consenso de Washington ha sido sustituido por el consenso crítico. En la nueva agenda propuesta por Stiglitz, o mejor dicho los que considera principios a tomar en cuenta, incluye la necesidad de desarrollar políticas sociales, una visión equilibradora del Estado y el Mercado (sin especificar cual debe ser), iniciativas como el micro crédito, lucha contra la pobreza y la creación de igualdad de oportunidades. En general Stiglitz al igual que otros críticos, propone un nuevo modo de confeccionar políticas económicas ajustadas a realidades nacionales.
Personalmente pienso que si la Nueva Agenda Latinoamericana no toma en cuenta a las voces criticas y no busca como incrementar su nivel de elaboración y de adaptación local, mejor no plantear el consenso tal y como lo sugiere Williamsom. Después de ver algunos casos de la región como Argentina, pero también como Nicaragua y Bolivia, el asunto de las agendas tiene que darse como fruto de un verdadero consenso a nivel nacional. Ahora que distanciarse del Consenso no significa ser un transnochado, un nuevo debate se abre a inicios del 2000 para buscar propuestas que sean, esta vez, más favorables para la región.

[1] Aunque curiosamente el autor no se reconozca asimismo como neoliberal y muchas de sus ideas no fueran incluidas en el “Consenso” Ver en El Clarín, edición domingo 30-03-2003. http://www.clarin.com/suplementos/economico/2003/03/30/n-00211.htm
[2] Williamson, (2003)
[3] Sin embargo, no hay que olvidar que antes del descalabro Argentino, el país era ampliamente citado entre los ideólogos del BM Y FMI, como exitoso.
[4] La nueva agenda que prepara Washington. El Clarín. Versión electrónica. Edición del día 30 de Marzo, 2003. www.clarin.com
[5] El caso boliviano es más que emblemático: presentado en 1992 como país pionero de las reformas, tiene índices de pobreza exorbitantes. Ver Informe del BM sobre el caso boliviano.
[6] “El rumbo de las reformas” Revista de la Cepal, Agosto 2004. Pág. 8
[7] Stiglitz reconoce que con todo y los bemoles desatados por las medidas, el débil crecimiento superó al de la década de los 80. Esto sin embargo, no es alentador si diferenciamos las economías más grandes, como México y Brasil, de las más pequeñas como Honduras y Nicaragua. Y sobretodo si tomamos como indicadores el índice de desarrollo humano y de sostenibilidad, que aún están muy rezagados frente a las economías desarrolladas.

[8] Stiglitz. Pag 14
[9] La democracia como un modo de concebir las relaciones en una sociedad, con inclusión al debate de políticas públicas de los diversos sectores implicados.
[10] Saldomando, Angel. Gobernabilidad: entre la democracia y el Mercado.